¿Qué quieres ser cuando
seas grande?
Ver de niños
programas en donde siempre hay héroes y querer ser como ellos. Vas creciendo y
te das cuenta que lo más parecido a un héroe es la vida real es un POLICIA,
porque atrapa a los ladrones, que son
los villanos de tus serie. O un BOMBERO que arriesga su vida por salvar la de
otros.
POR: JIMENA RIPALDA
Cuando era niña veía las
chicas súper poderosas, que eran tres niñitas que salían a salvar a la ciudad
de los monstruos, ladrones y villanos. Yo quería ser como ellas. Pero mi prima
más grande que yo, me decía que eso no existía, que los héroes eran solo
dibujos y nada más. Yo le conteste que estaba equivocada. Ella sintiéndose
superior y más inteligente, por ser más grande, me dijo: dame un ejemplo de un
héroe en la vida real. A lo que yo con tan sólo ocho años le respondí: los
bomberos son héroes, se incendia tu casa y tú estas atrapado ahí, ellos se
meten para salvarte.
Ser un bombero es sacrificar todo, hasta tu familia por
salvar la vida de unos desconocidos. Un día puedes llegar bien a casa y otro
día no sabes si volverás. Pero las ganas que tienen por salvar vidas es lo que
los impulsa a esta locura de ser un bombero.
Jorge Molina Martínez, es un limeño de 52 años. Es su infancia le gustaba jugar a los
bomberos. Cuando era un adolescente ingreso como Aspirante de la Compañía de
Bomberos Lima N° 4. Luego pasó a la de
Miraflores No. 28, graduándose como Seccionario CBP el 1 de agosto de 1980. Cumpliendo
así uno de sus más anhelados sueños.
Se inició en el programa de OFDA hace once años, siendo invitado
a participar el 30 de noviembre de 1993 en el taller de Dirección y Diseño del
Curso de Búsqueda y Rescate en Estructuras Colapsadas (BREC), en San José de
Costa Rica.
Su primera emergencia BREC ocurrió a las 9 de la noche del
sábado 23 de octubre de 1999, en un derrumbe de una vieja casona de tres pisos
en el Centro de Lima. Allí estaban atrapados una madre y sus tres hijos,
lográndose rescatar a todos menos al menor que falleció aplastado por los escombros.
“Fue una frustración muy grande el no poder salvar la
vida de ese pequeño. Ver el dolor de la madre del niño, me hacia sentir tan
impotente, porque el menor no pudo aguantar los gases tóxicos que emanaban del
incendio”, nos comentó Molina.
Hacía poco más de un mes que Molina había regresado de
Pereira, Colombia de dictar un curso BREC, y esta emergencia fue extremadamente
difícil pues no se contaba con los equipos y herramientas adecuados.
El futuro jefe del USAR-Perú tuvo que echar mano de la creatividad
para improvisar y cubrir las necesidades. Entre sus proyectos figura culminar
con el equipamiento de la Unidad con radiocomunicaciones móviles y portátiles, cámaras
de video para búsqueda técnica, y generadores eléctricos. También trabaja en
mejorar y complementar la capacitación, a través de operativos con grupos más
experimentados en el extranjero, obtener una base propia, y crear más grupos en
el país.
UNA TRAGEDIA EN AYACUCHO
El 1 de julio del 2004 la ciudad de Huamanga sufrió los
embates de la violencia social, con un lamentable saldo de decenas de heridos y
numerosos incendios. En ese escenario de peligro y descontrol, fue decisiva la
participación de la Compañía de Bomberos Voluntarios Ayacucho No. 63.
“La primera llamada telefónica ocurrió
a las 4 de la madrugada, reportando un incendio que consumía las oficinas del
Ministerio de Educación. Inmediatamente acudimos a la Cisterna 63 y Ambulancia
63, al mando del Segundo Jefe, Teniente CBP Carlos Sánchez Uriol, y cuatro
somnolientos efectivos de la guardia nocturna”, nos narró Lewis Mejía, Capitán
de la CBP.
Luego de algún trabajo el fuego fue
controlado. Sin embargo, esta solo fue la primera señal de lo que vendría.
Horas más tarde se inició un violento enfrentamiento en las calles, que estuvo
a punto de convertir a esta ciudad de 300 mil habitantes en otro “rincón de los
muertos”, siguió recordando el capitán. A la mañana siguiente llegué a la
ciudad encontré edificios destrozados, puertas arrancadas, ventanas
ennegrecidas por el humo y, rodeados de documentos quemados, los restos de
valiosas computadoras, que apenas 24 horas antes habían servido a la población.
¿Cómo pudo Ayacucho revivir tamaña violencia?, me pregunté mientras saltaba un
enorme charco de agua y ceniza. ¿Y qué fue de los bomberos?“A las once de la
mañana fue atacada la casa del alcalde en el Hotel San Francisco”, me
comentaron dos Seccionarios en B-63.
Luego, las llamadas de auxilio se sucedieron una tras
otra, mientras los voluntarios de rojo se presentaban en el cuartel listos para
la acción.
“Afortunadamente, ninguno resultó herido, pero muy cerca
habíamos estado de sufrir bajas. Al desatarse el segundo incendio, nuevamente
acuden las unidades Cisterna 63 y Ambulancia 63 con doce efectivos. A unas
cuadras del siniestro una turba armada de palos y piedras les cerró el paso. Varios
fueron los esfuerzos de los bomberos por pasar. El riesgo de sufrir una
agresión empezó a tomar forma. El Teniente Sánchez decide replegarse para
buscar otro camino rumbo a los incendios. Pronto vio que era imposible: todas
las rutas hacia el centro estaban bloqueadas”, Lewis Mejía así revive uno de
sus momentos más duros que paso como bombero.
“Desde ese momento los jefes de B-63 establecieron
comunicación directa con la VI Jefatura Departamental-ICA y la Comandancia
General en Lima. A las 12.30 pm. surgen más
siniestros en el local de la
Municipalidad Provincial de Huamanga, el Poder Judicial, el Colegio de Abogados
y la Policía. Al promediar la una de la tarde los vándalos asaltan las
instalaciones del Gobierno Regional. Las emergencias médicas se multiplican por
toda la ciudad, mientras los voluntarios hacen inútiles intentos por
asistirlas. En sus rostros se apreciaba la impotencia por no poder auxiliar a
la población. Cuando a las 2 y 30 arriban los contingentes policiales, B-63
coordina rápidamente para dotarse de protección y acudir a los incendios. La
Cisterna 63 y Ambulancia 63 encienden sus motores otra vez, y salen a toda
sirena. En la Plaza de Armas los bomberos se enfrentan a los incendios en el
Poder Judicial y el Colegio de Abogados, y luego amplían la cobertura al
Gobierno Regional de Ayacucho, a media cuadra de distancia.
Se continúa con la extinción del incendio en el Gobierno
Regional, en su mayor parte envuelto en llamas. Esta emergencia de mayores
proporciones amenazaba la estructura de una vivienda colonial. El segundo jefe,
al mando de ocho efectivos logra controlar la situación después de dos horas de
trabajo. Luego se aseguraron el local de la Municipalidad de Huamanga y la casa
del Alcalde, procediéndose al remojo y remoción de escombros. Finalmente, a las
6 y 30 de la tarde, las unidades procedieron a retornar a la Base”.
La emoción, el orgullo y la satisfacción de haber
cumplido con el deber, cuando nos narra cada segundo que vivió ese primero de
Julio, nos hace sentir que es más importante la pasión y las ganas por ayudar,
que su vida.
BILLY YA ERES UN BOMBERO:
La madre de 26 años se quedó absorbida mirando a su hijo
que moría de leucemia terminal.
Aunque su corazón estaba agobiado por la tristeza,
también ella tenía un fuerte sentido de determinación. Como cualquier madre,
deseaba que su hijo creciera y realizara todos sus sueños, pero ahora eso no
era posible para él. La leucemia no se lo permitiría.
Pero aun así, ella todavía quería que los sueños de su
hijo se realizaran. Ella le tomó la mano y le preguntó: “Billy, ¿alguna
vez pensaste en lo que querías ser cuando crecieras?, ¿soñaste alguna vez y
pensaste en lo que harías con tu vida?”
Y Billy le respondió, “Mami, siempre quise ser bombero
cuando creciera”.
Ese día, mas tarde, la mamá de Billy se dirigió a la
estación de bomberos y allí conoció al bombero Bob, un hombre con un corazón
muy grande.
Ella le explicó el último deseo de su hijo y le preguntó
si era posible darle a su hijo un paseo alrededor de la cuadra en un camión de
bomberos.
Bob le respondió: “Mire, podemos hacer algo mejor
que eso. Tenga a su hijo listo el miércoles a las 7 en punto de la mañana y lo
haremos un ‘bombero honorario’. Durante todo el día él puede venir con nosotros
a la Estación, comer con nosotros y salir con nosotros cuando recibamos las
llamadas de incendio. Y si usted nos da las medidas, le conseguiremos un
uniforme de bomberos, con un casco verdadero que lleve el mismo emblema de la
estación que nosotros portamos y hasta un par de botas”.
Tres días mas tarde el bombero Bob recogió a Billy, le
pusieron su uniforme de bombero y lo condujeron desde la cama del hospital
hasta el camión de bomberos.
Billy se sentó en la parte de atrás, junto a la dotación
y fue llevado hasta la estación.
Él se sentía como estar en el cielo.
Ese día hubo tres llamadas solicitando la intervención de
esa estación y en esas tres llamadas Billy salió junto a sus “compañeros”, en
tres camiones diferentes: la primera vez a salió en una ambulancia con los
paramédicos, la segunda en una autobomba y la tercera en la camioneta de la
Jefatura.
Tanto esmero pusieron los bomberos para hacerlo cumplirle
su sueño, y Billy fue tocado tan profundamente en su corazón, que tuvo una
sobre vida de 3 meses de lo diagnosticado por los médicos.
Una noche todas las señales vitales comenzaron a decaer
dramáticamente y el Jefe de Enfermería, que creía en el concepto que nadie debe
morir solo, comenzó a llamar a sus familiares para que se acerquen. Recordó que
el día más feliz en la vida de Billy fue el que
compartió con los bomberos, por
lo tanto procedió a darles la mala noticia.
El bombero Bob respondió que se harían
presente:“Estaremos allí en cinco minutos, solamente le pido un favor, cuando
oiga las sirenas y vea las luces de las balizas anuncie por los parlantes que
no se trata de una emergencia, sino que el Departamentos de Bomberos viene a
despedir a uno de sus bomberos, y por favor abra la ventana de la habitación de
Billy”.
Cinco minutos más tarde, las sirenas y luces atronaron
los alrededores del hospital. Por la ventana del tercer piso un gancho se
aferró al marco de la ventana, por la cual ingresó todo el personal de la
Estación.
Con la autorización de la mamá, cada uno de los bomberos
abrazó y arrulló al pequeño Billy, diciéndole cuanto lo querían. Fue la
despedida fraternal que recibió de sus camaradas.
Con el último de los alientos el pequeño miró al bombero
Bob y le preguntó: “¿Soy verdaderamente un bombero ahora?”
Bob le respondió:
“Si Billy, ya eres un bombero”.
Con esas últimas palabras el pequeño sonrió y cerró sus
ojos por última vez.
No cierres tus ojos ni les des la espalda a los Bomberos
Voluntarios. Ellos están allí, siempre en espera, hasta que llegue el momento
en que los necesites.
No todos somos capaces de dar la vida por el otro, no
todos podemos decir “no importa si muero la vida de ese niño vale más”. Ellos
son los verdaderos héroes que siempre quisimos ser de niños.
http://www.youtube.com/watch?v=ZOqbGkiDooY
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