El
buen morir
Por Brenda García
¿A quién pretende ayudar la
eutanasia? ¿Al enfermo o a los que deciden su muerte? ¿Se han puesto a pensar en la responsabilidad de la muerte de un ser
querido?
La eutanasia o "la acción médica de provocar la muerte del paciente" como lo llama la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una elección polémica que disgusta a muchas personas. Hay quienes están a favor de la eutanasia porque sus familiares están en estado vegetal o con una enfermedad terminal y los que no, porque piensan que es una falta contra la ética y la moral de la medicina.
En el caso de la
distanasia, se recalca en que no se quiere seguir alargando el sufrimiento del
paciente valiendo el parecer del médico, de los familiares y del enfermo mismo.
Existen dos formas de realizar esta acción: Directa, cuando se le inyecta una medicina
letal al enfermo e indirecta cuando se le deja un soporte básico para que el
paciente sobreviva. En los países como Holanda y Bélgica, la eutanasia es
legal.
Stephen Hawking confesó que fue conectado a un
respirador artificial tras padecer de neumonía y su primera esposa
quería optar por apagar la máquina, pero él se negó. "Las personas que
padecen una enfermedad terminal y sufren mucho dolor deberían tener el derecho de
ponerle fin a su vida" dijo el físico británico en una entrevista a
la BBC.
¿Porqué NO a la eutanasia?
¿Merece vivir una persona
anciana con cáncer generalizado que no puede valerse por sí misma? ¿Vale la pena asistir a
los minusválidos teniendo en cuenta que su productividad
es casi nula?
Muchos responderán sí, otros no. Pero seamos
sinceros: La vida del más débil queda en manos del más fuerte. "Mi vida
es mía, nadie puede decidir
sobre ella si no soy yo" dice Hans estando claramente en contra. Su
esposa, Lucía, responde: "Tengo derecho a vivir y a
la vida, pero en casos terminales, nadie me puede obligar a vivir"
pareciendo estar a favor.
La afirmación de Lucía, y de otras personas
que quizás piensen igual, puede llevar a la justificación de lo que se llama
"derecho a la muerte digna". El sufrimiento es un mal y es parte de
la vida y aunque se debe luchar por acabar con él, el fin no justifica
los medios.
La iglesia en contra
La iglesia y la religión está en desacuerdo porque su
pensamiento es que la muerte y el sufrimiento es lo que todo ser humano debe
pasar en sus últimos días en la Tierra y ese dolor representa a la
cruz que debe llevar todo cristiano al igual que Jesús que llevó su cruz y sufrió para el perdón de todos los pecados.
La eutanasia puede sonar
un poco inmoral por parte de la iglesia. Bien decía Albert Einstein que la
fe y los principios religiosos no deben ser sometidos a análisis científicos ni matemáticos.
La iglesia debe ocuparse
de su parte religiosa y la ciencia debe ocuparse con el avance de la humanidad.
La cuestión es vivir, no sobrevivir. Tenemos que
entender que la salud es el bienestar físico y psíquico. La mente al igual
que el paracaídas funciona solo cuando está abierta.
Para ellos la eutanasia
es un homicidio pues un hombre causa la muerte de otro hombre mediante la
suministración de una medicina letal que acaba con la vida
de un ser humano. “Este acto es una grave violación a la Ley de Dios en
cuanto a la eliminación deliberada y moralmente inaceptada de una
persona humana”, recalca José Luis Fernández-Castañeda, parroco de la
Iglesia San Pedro.
Niños
La eutanasia en los niños se presenta como una prolongación del aborto: si el niño no sufre ninguna enfermedad durante el embarazo, existe otra oportunidad para suprimirle la vida. Bélgica es el primer país en el mundo en legalizar la eutanasia sin límite de edad.
La eutanasia en los niños se presenta como una prolongación del aborto: si el niño no sufre ninguna enfermedad durante el embarazo, existe otra oportunidad para suprimirle la vida. Bélgica es el primer país en el mundo en legalizar la eutanasia sin límite de edad.
“Es un acto de maldad. La
vida de un enfermo no es indigna y no debe ser eliminada. Lo que hace Bélgica es desautorizar la
libertad de un ser humano” afirma José Luis Pacheco De la
Cruz, profesor de la Universidad Científica del Sur y médico especialista en
medicina legal.
Esa ley prevé que esa tarea le
corresponde a un psicólogo, al médico y a los padres del
niño. El psicólogo decidirá si el niño está o no en la capacidad de
entender y de aceptar la eutanasia. ¿Será posible que un psicólogo pueda determinar
que un niño pida de manera lúcida una inyección letal?
Los doctores de ese país utilizan fármacos que no alteran el
nivel de conciencia o también recurren a la sedación paleativa, es decir,
dormir profundamente al paciente y cancelar la percepción de sufrimiento. Aquí los padres deben dar su
consentimiento para el uso de dicha inyección.
Parece increíble confiar a los padres
el cargo de consentir la muerte de su propio hijo. Es un acto que no solo mata
sino que destruye el vínculo entre las personas.
Ayer eran enfermos de
edad avanzada a punto de morir, hoy son los niños. Tal vez mañana sean los enfermos de
Alzheimer u otra enfermedad mental. Aún sigue en tela de juicio este cuestionamiento
de quién es el dueño y determinante de la vida del hombre, Dios,
el Estado o uno mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario