MORENO BERMUDEZ, MELISSA
INOCENCIA INTERRUMPIDA
A simple vista aparentan ser
bares u hostales, pero sólo es una fachada para lo que realmente esconden en
sus interiores, donde se ejerce la prostitución de menores de edad hace más de
quince años en la entrada hacia San
Antonio de Carapongo en el distrito de Chosica.
Localizados estratégicamente
en una zona comercial como lo es la avenida Las Torres, donde farmacias,
pollerías, tiendas de abarrotes y un pequeño mercado sirven de ayuda para que
sus clientes más recurrentes no estén obligados a esconderse y entrar a un bar
con sus amigos sin levantar sospechas.
Por las mañanas solo algunos
locales funcionan a partir de las once. Pero la hora punta es pasada las 3 de
la tarde cuando los clientes empiezan a llegar. El night club Mónaco prefiere
abrir sus puertas a partir de las cinco y media de la tarde. Cuando encienden
sus luces psicodélicas y un cartel con la forma de una figura femenina, anuncia
que sus servicios pueden ser utilizados.
En las noches es otro mundo.
La clientela aumenta y las filas de muchachos se hacen más notorias a vista de
las personas que transitan por esa misma avenida. Sin la menor preocupación de
que al interior, chicas menores de edad mezcladas con otras meretrices, son
obligadas a prostituirse sin la posibilidad de salir de ese mundo.
Los vecinos y comerciantes
de la zona al ver las infinitas colas de hombres en estos locales se quejan por
esta situación, mientras las autoridades no han hecho algo por cambiar esta
realidad.
Años
anteriores
Estos locales han sido
intervenidos por el Serenazgo de
Huachipa en innumerables ocasiones. En el 2009, un canal de televisión,
transmitió el operativo realizado por la policía donde se encontró a
treinta meretrices y diez de ellas eran
menores de edad.
En febrero del 2012 los
llamados hostales Erizo, Las Dueñas y el night club Mónaco fueron cerrados
nuevamente por la policía con la ayuda del Serenazgo encontrando a menores de
edad y cuyos locales no contaban con licencia de sanidad. Estas chicas
brindaban sus servicios en cuartos hechos de triplay y en condiciones
antihigiénicas. En los meses de julio y octubre, volvió a realizarse otra intervención
a estos mismos establecimientos.
A principios de abril del año pasado, el mismo
canal de televisión que hizo la nota en el 2009, informó nuevamente la clausura de estos prostíbulos que dentro
de sus instalaciones se encontró a una menor de edad y treinta meretrices junto
a veinte “parroquianos”. A pesar de los operativos en la actualidad esos locales continúan en funcionamiento como
si nada hubiera pasado.
“Siempre
hacen batidas, vienen los de Serenazgo pero eso es pura apariencia porque
después, a los dos días, los vuelven abrir” dijo la señora de la farmacia que está al frente
del hostal Erizo.
El
peaje
Para acceder a sus instalaciones, se debe pagar un “peaje”, tal como llaman al
pago de un sol que cobran en la entrada de los hostales y bares.
Estos locales trabajan de
lunes a domingo desde las doce del día hasta las tres de la madrugada del día
siguiente. Las adolescentes empiezan a partir de dos y treinta o tres de la
tarde. Ellas son las más solicitadas por los clientes que no dudan en pagar
sesenta soles por su servicio a diferencia de las otras meretrices que son
mayores y su cobro es de treinta soles.
“Ese que vez de toldo
amarillo, el de portón negro y al costado del otro es donde hay menores de
edad”, afirmó un mototaxista que hace su ruta por toda esa zona pues cerca del
lugar hay un paradero de mototaxis.
El testigo se refiere al
Hostal Erizo que se caracteriza por tener una pequeña carpa amarilla en la
entrada de su local. El de portón negro se llama, “Las Conejitas”, y al
costado, de rejas rojas, es donde varios muchachos hacen cola, pagan su sol y
disfrutan de sus servicios en plena luz del día.
Una vez adentro hay una
rampa que te conduce a un pequeña sala que tiene un bar con varias mesas y
sillas donde el cliente debe consumir alguna bebida ya sea cerveza o trago
corto. Ya instalado en la mesa, aparecen las jóvenes y otra meretrices que se
sientan a tomar con ellos mientras conversan, hasta que el mismo cliente,
decide que es hora de retirarse a la habitación correspondiente, relata otra
fuente.
La
policía y los Cupos
Las numerosas clausuras de
estos locales por parte de la policía y su pronta reapertura ocasionan que los
vecinos sospechen de un pago por parte de los dueños de los prostíbulos hacia
los policías y quizás otras autoridades de más rango estén involucradas.
Según un testigo, que no
quiso dar su nombre, pero que va en ciertas ocasiones a esos locales preguntó a
una de las meretrices porqué se pagaba un sol para entrar, a lo que ella le
contestó: “ese sol que cobran es para darles a los policías.”
El mismo mototaxista, corrobora
ello al afirmar: “sé que los policías mensualmente a cobrar por lo que me han
contado mis demás compañeros, pero no los he visto.”
Él sospecha que puedan ir
vestidos de civiles, para no ser identificados y sea más fácil cobrar el dinero
acordado.
Las
Conejitas y una red de prostitución
Su fachada es una cochera de
portón negro desvaído y que a simple vista no levantaría sospechas. Sin
embargo, varias menores de edad son obligadas a trabajar como meretrices.
Vanessa es una de ellas. Tiene
diecisiete años y llegó a Lima con engaños. Es de Tarapoto, “Fui traída para
trabajar en una empresa textil que nos pagaría 1500 soles”, dijo la joven que
lleva más de un año ofreciendo sus servicios en este bar.
Esta jovencita fue a buscar
trabajo a estas conocidas agencias que requerían chicas de entre 17 a 20 años
para los labores de azafatas en casinos o empleadas en una empresa textil.
“Al llegar a Lima y me di
con la sorpresa que no existía ninguna empresa textil y que tampoco ganaría el
dinero que me dijeron”, relata la joven.
Ella y otras seis chicas de su
misma edad son provenientes de Tarapoto. Su horario de trabajo es de las dos y
media hasta las tres de la madrugada del día siguiente. Vanessa tiene
conocimiento que en el hostal Erizo hay otras cuatro chicas y que son
distribuidas en otro local.
Luego de terminar su turno,
son recogidas por una mujer llamada “Katy” quien vive con ellas en un
departamento alquilado en Huaycán, donde descansan y comen antes de empezar
nuevamente sus labores sexuales.
Ese departamento sirve como
fachada para hacer creer a su familia, que le va bien en su trabajo. No puede
ver a sus seres queridos todo el tiempo, pero les manda dinero mensualmente con
lo que gana en el bar.
“Vanessa” si ha pensado en dejar ese trabajo,
pero no lo hizo por miedo a ser agredida “No intenté escaparme porque pueden
pegarme o amenazarme.”
Y es que según Vanessa no
conoce personalmente al propietario de estos locales, “Sé que son dos, a uno lo
llaman el señor Elías y es dueño de este local, El erizo y de el de rejas
rojas.”, dijo la joven.
Estas jóvenes tienen
conocimiento que en los otros locales funcionan como prostíbulos clandestinos
pero mantienen contacto con un encargado del bar. “Nosotras solo hablamos con
uno que se hace llamar “el rolo.”, comentó.
Estos mismos proxenetas, son
propietarios de otros prostíbulos en otras zonas de Lima. “Tienen otros locales,
uno está en Ceres y en Caylloma”, explicó la muchacha.
Por otro lado, el consumo de
bebidas alcohólicas ya sea hasta una simple cerveza o la preparación de tragos
cortos, es de suma importancia para estas jovencitas “Nosotras ganamos un
ticket por cada bebida que se consuma”, dijo Vanessa. Pues de esta manera
logran sacar un dinero extra aparte de sus servicios sexuales.
La muchacha también confirmó
el cobro de cupos a los policías. Antes no se pagaba un “peaje”, pero a raíz de
los constantes operativos y clausuras, se vieron obligados a cobrar un sol. Ese
dinero recaudado, es lo que los policías recogen mensualmente para continúen
abiertos sin ser intervenidos por las autoridades.
Es por eso que la
municipalidad no ha hecho un cierre definitivo de estos locales. Dando origen a
que los vecinos y comerciantes, deduzcan
que están involucrados la policía u otros cargos de mayor rango. Por los
constantes operativos en años anteriores y que a los pocos días, son reabiertos.
Este peligroso enemigo, con
varias sedes en otras partes de Lima, seguirá aumentando si no hace algo por
detenerlos, y así evitar que otras jovencitas caigan en sus redes sin
posibilidad de escapatoria.
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