Por: MORENO BERMUDEZ MELISSA
EL PRECIO DE LA VIDA
“Ecografías, consultas, ginecología, pase amiga, también
tratamos atrasos menstruales”, menciona en voz baja, a los transeúntes, una mujer
de estatura baja, vestida con camisa blanca, muy parecida a la de una
enfermera. Ella es Mónica, una de las jaladoras que trabaja en Ceres, su labor
consiste en captar señoritas y señoras que buscan desesperadas, abortar lo más
rápido posible.
En Lima,
específicamente en el distrito de Ate en la urbanización Ceres, a la altura del
paradero Tagore, se esconde una grave conglomeración de clínicas abortivas,
disfrazadas de consultorios ginecológicos, maternidades y hasta dentales, que
día a día operan en casi dos cuadras
completas, a plena luz del día y a vista de las autoridades del lugar.
Así como Mónica, hay aproximadamente quince mujeres más, que
se dedican a ser las jaladoras de estas clínicas abortivas. “Onco Feme” y
“Dr.Luis Quito” son dos de los consultorios más concurridos y conocidos por los
pobladores del lugar, es en estos dos lugares, donde más jovencitas se puede
observar.
El aborto en el Perú es ilegal. El Código Penal del país, en
su artículo 114, explica que una mujer
que interrumpa su embarazo será reprimida con pena privativa de libertad no
mayor de dos años o con prestación de servicios comunitarios por más de cien
jornadas, mientras que el médico
abortista será enviado a la cárcel por cuatro años e inhabilitado de su profesión. El único caso
de aborto no sancionado por la ley es el que se realiza para salvar la vida de
la mujer o evitarle un mal grave o permanente.
Un aborto en estos lugares cuesta aproximadamente 200 soles,
todo depende de los meses de embarazo que tenga la gestante, explica Mónica, “si
tienes más de dos meses el precio se incrementará a cincuenta soles y así
progresivamente”. Sin embargo, la noticia más alarmante, es que en la clínica
Onco Feme se interrumpe gestaciones hasta de más de 4 meses, implicando un alto riesgo
de muerte de la madre.
Caso contrario ocurre en la clínica “Dr.Luis Quito”, aquí las
jaladores explican que la interrupción del embarazo sólo lo hacen hasta los dos
meses, porque le demanda mayor riesgo quirúrgico. El precio de un aborto está entre
doscientos y trecientos nuevos soles, también dependiendo de los meses y la
dificultad que se presente en el momento.
Las forma de aborto que practican estas clínicas son
mayormente la de legrado; primero le recetan a la madre gestante, una o dos pastillas
que les provocarán hemorragias y por ende, pérdida del bebé, para luego
hacerles una limpieza del útero y sacar las partes restantes del feto que
pudieron haber quedado dentro.
Para el
ginecólogo obstetra René Prieto Ferreyra,
el legrado o limpieza que se hacen en estas clínicas clandestinas no es seguro
e implica un atentado contra la salud de la mujer que va a practicarse un aborto,
porque estas personas realmente no saben lo que están haciendo, o, en su
mayoría de casos, las “condiciones de sanidad en que se llevan a cabo estas
actividades son lamentables”.
“Algunos de estos “médicos” ´practican abortos con utensilios
caseros, como palillos, tijeras sin desinfección, camillas llenas de microbios, etc. Nada asegura a una mujer que
después de salir de ese lugar, su salud seguirá igual. Las infecciones y los
forados uterinos son las graves consecuencias que se obtiene tras una
interrupción ilegal de un embarazo”, explica Prieto.
Sin embargo, todas estas clínicas se encuentran a tan sólo unos cuantos pasos de la comisaría
de Ceres y de la Municipalidad del distrito de Ate, pero aún no han sido
cerradas. ¿Por qué? Los vecinos y comerciantes de Tagore, manifiestan que no se
hacen operativos policiales para clausurarlos y peor aún, “saben de su
existencia y se hacen de la vista gorda”.
“Nosotros nunca hemos visto a un policía o alguien de la
municipalidad por aquí revisando o
clausurando locales de mala muerte. Siempre se hacen de la vista gorda, en
estos lugares pueden ocurrir un montón de cosas, pero ellos (policías) no le
quieren hacer caso”, manifiesta, Juan Díaz, uno de los vecinos de Tagore.
Pese a la queja de los vecinos, la Municipalidad de Ate y la
Comisaría del sector guardan silencio absoluto ante el reclamo. Las clínicas
siguen funcionando, aunque la ley diga que tiene pena de cárcel o todos los
que, día a día transitan por allí, sepan que exista.
Cifras alarmantes
Se estima que en el Perú se producen cada año 352
mil abortos inducidos, según un estudio realizado en el 2001 por Delicia
Ferrando (Centro Flora Tristán y Pathfinder International). Para 1994, un
estudio de Instituto Alan Guttmacher daba la cifra de 271.1 mil abortos. Es
decir, se ha producido un significativo incremento.
En la actualidad, el aborto ocupa el cuarto lugar como la
causa de muerte materna en el Perú, según el Ministerio de Salud; sin embargo
hay numerosos estudios que han demostrado que dentro de las muertes por
hemorragias e infecciones se encuentran sub registradas muchas muertes por
interrupciones del embarazo. En consecuencia, si existiera un buen registro de
mortalidad materna, este problema ocuparía el primer lugar.
La práctica clandestina implica complicaciones
especialmente a las mujeres de escasos recursos, en las zonas rurales se
registra un porcentaje de 69 % más
riesgo que en las urbanas donde el riego es de un 44% y en mucho menor medida a
las mujeres que tienen altos ingresos (9%). Aproximadamente 65 mil mujeres son
hospitalizadas cada año por complicaciones de aborto.
Todo esto hace que el aborto constituya en el
Perú un grave problema de justicia social y de salud pública que el Estado debe
enfrentar con la eliminación de la normatividad punitiva, con políticas
adecuadas y los recursos correspondientes. Hay que recordar que el Perú ocupa
el segundo lugar entre los países de América del Sur con el más alto índice de
mortalidad materna. Cada año mueren mil 800 mujeres por problemas relacionados
con el embarazo y el parto.
Así como en Ceres, en el Cercado de Lima, en los
Olivos, en Comas y todos los distritos de Lima, también existen clínicas
clandestinas abortivas, unas más peligrosas que otras, pero todas con el mismo
fin: Atentar contra la salud de la mujer. Las Estadísticas demuestran que cada
año las muertes de madres por aborto aumentan significativamente, pero ¿Qué se
hace para evitarlo?
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