Bajo el Umbral

Así como el mínimo destello de luz en la oscuridad cruza el umbral de la percepción y estimula al ojo humano para su registro, en el periodismo, sólo es necesaria una pizca de información para investigar lo que aún está oculto, lo que está “Bajo el Umbral”.

lunes, 7 de julio de 2014

El precio de la vida


Por: MORENO BERMUDEZ MELISSA 



EL PRECIO DE LA VIDA



“Ecografías, consultas, ginecología, pase amiga, también tratamos atrasos menstruales”, menciona en voz baja, a los transeúntes, una mujer de estatura baja, vestida con camisa blanca, muy parecida a la de una enfermera. Ella es Mónica, una de las jaladoras que trabaja en Ceres, su labor consiste en captar señoritas y señoras que buscan desesperadas, abortar lo más rápido posible.
 En Lima, específicamente en el distrito de Ate en la urbanización Ceres, a la altura del paradero Tagore, se esconde una grave conglomeración de clínicas abortivas, disfrazadas de consultorios ginecológicos, maternidades y hasta dentales, que día a día operan en  casi dos cuadras completas, a plena luz del día y a vista de las autoridades del lugar.
Así como Mónica, hay aproximadamente quince mujeres más, que se dedican a ser las jaladoras de estas clínicas abortivas. “Onco Feme” y “Dr.Luis Quito” son dos de los consultorios más concurridos y conocidos por los pobladores del lugar, es en estos dos lugares, donde más jovencitas se puede observar.
El aborto en el Perú es ilegal. El Código Penal del país, en su artículo 114, explica que  una mujer que interrumpa su embarazo será reprimida con pena privativa de libertad no mayor de dos años o con prestación de servicios comunitarios por más de cien jornadas, mientras que  el médico abortista será enviado a la cárcel por cuatro años e  inhabilitado de su profesión. El único caso de aborto no sancionado por la ley es el que se realiza para salvar la vida de la mujer o evitarle un mal grave o permanente.
Un aborto en estos lugares cuesta aproximadamente 200 soles, todo depende de los meses de embarazo que tenga la gestante, explica Mónica, “si tienes más de dos meses el precio se incrementará a cincuenta soles y así progresivamente”. Sin embargo, la noticia más alarmante, es que en la clínica Onco Feme se interrumpe gestaciones hasta  de más de 4 meses, implicando un alto riesgo de muerte de la madre.
Caso contrario ocurre en la clínica “Dr.Luis Quito”, aquí las jaladores explican que la interrupción del embarazo sólo lo hacen hasta los dos meses, porque le demanda mayor riesgo quirúrgico. El precio de un aborto está entre doscientos y trecientos nuevos soles, también dependiendo de los meses y la dificultad que se presente en el momento.
Las forma de aborto que practican estas clínicas son mayormente la de legrado; primero le recetan a la madre gestante, una o dos pastillas que les provocarán hemorragias y por ende, pérdida del bebé, para luego hacerles una limpieza del útero y sacar las partes restantes del feto que pudieron haber quedado dentro.
Para el  ginecólogo  obstetra René Prieto Ferreyra, el legrado o limpieza que se hacen en estas clínicas clandestinas no es seguro e implica un atentado contra la salud de la mujer que va a practicarse un aborto, porque estas personas realmente no saben lo que están haciendo, o, en su mayoría de casos, las “condiciones de sanidad en que se llevan a cabo estas actividades son lamentables”.
“Algunos de estos “médicos” ´practican abortos con utensilios caseros, como palillos, tijeras sin desinfección, camillas llenas de  microbios, etc. Nada asegura a una mujer que después de salir de ese lugar, su salud seguirá igual. Las infecciones y los forados uterinos son las graves consecuencias que se obtiene tras una interrupción ilegal de un embarazo”, explica Prieto.
Sin embargo, todas estas clínicas se encuentran  a tan sólo unos cuantos pasos de la comisaría de Ceres y de la Municipalidad del distrito de Ate, pero aún no han sido cerradas. ¿Por qué? Los vecinos y comerciantes de Tagore, manifiestan que no se hacen operativos policiales para clausurarlos y peor aún, “saben de su existencia y se hacen de la vista gorda”.
“Nosotros nunca hemos visto a un policía o alguien de la municipalidad por aquí revisando  o clausurando locales de mala muerte. Siempre se hacen de la vista gorda, en estos lugares pueden ocurrir un montón de cosas, pero ellos (policías) no le quieren hacer caso”, manifiesta, Juan Díaz, uno de los vecinos de Tagore.
Pese a la queja de los vecinos, la Municipalidad de Ate y la Comisaría del sector guardan silencio absoluto ante el reclamo. Las clínicas siguen funcionando, aunque la ley diga que tiene pena de cárcel o todos los que, día a día transitan por allí, sepan que exista.


Cifras alarmantes
Se estima que en el Perú se producen cada año 352 mil abortos inducidos, según un estudio realizado en el 2001 por Delicia Ferrando (Centro Flora Tristán y Pathfinder International). Para 1994, un estudio de Instituto Alan Guttmacher daba la cifra de 271.1 mil abortos. Es decir, se ha producido un significativo incremento.
En la actualidad, el aborto ocupa el cuarto lugar como la causa de muerte materna en el Perú, según el Ministerio de Salud; sin embargo hay numerosos estudios que han demostrado que dentro de las muertes por hemorragias e infecciones se encuentran sub registradas muchas muertes por interrupciones del embarazo. En consecuencia, si existiera un buen registro de mortalidad materna, este problema ocuparía el primer lugar.
La práctica clandestina implica complicaciones especialmente a las mujeres de escasos recursos, en las zonas rurales se registra un porcentaje de  69 % más riesgo que en las urbanas donde el riego es de un 44% y en mucho menor medida a las mujeres que tienen altos ingresos (9%). Aproximadamente 65 mil mujeres son hospitalizadas cada año por complicaciones de aborto.
Todo esto hace que el aborto constituya en el Perú un grave problema de justicia social y de salud pública que el Estado debe enfrentar con la eliminación de la normatividad punitiva, con políticas adecuadas y los recursos correspondientes. Hay que recordar que el Perú ocupa el segundo lugar entre los países de América del Sur con el más alto índice de mortalidad materna. Cada año mueren mil 800 mujeres por problemas relacionados con el embarazo y el parto.
Así como en Ceres, en el Cercado de Lima, en los Olivos, en Comas y todos los distritos de Lima, también existen clínicas clandestinas abortivas, unas más peligrosas que otras, pero todas con el mismo fin: Atentar contra la salud de la mujer. Las Estadísticas demuestran que cada año las muertes de madres por aborto aumentan significativamente, pero ¿Qué se hace para evitarlo?



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